jueves, 26 de junio de 2014

Pesadilla.


Tropiezo varias veces. Arañazos y moratones adornan ya mi cuerpo. Pero yo sigo corriendo. Nada de mirar atrás. Sé que me estoy internando cada vez más en el bosque, pero eso ya no importa. Yo solo quiero huir, da igual lo que me depare el destino. Después de un buen rato corriendo, empiezo a andar del cansancio. Atardece, y empiezo a sentir miedo. De pequeña siempre me habían dicho que no entrase en este bosque, y menos de noche. Cuentos de aquelarres de brujas y trolls en los ríos han marcado mi vida con miedo. El caso es que todavía no encuentro nada de eso, y me siento aliviada. Oigo un búho ulular y grito, antes de empezar a calmarme. Solo era un búho. Encuentro un pequeño hueco debajo de un árbol y me decido a pasar la noche ahí. Empiezo a hacer recuento de las cosas que me han sucedido a lo largo del día. Me estremezco. Nunca habría sido capaz de imaginarme que ocurriría algo así. Yo vivo, bueno, vivía en una pequeña aldea del feudo.

El señor feudal apenas nos hacía caso, y en cierto modo, vivíamos bien. Hasta esta mañana. Supuestos soldados y caballeros vinieron por la mañana e hicieron que saliéramos de nuestros hogares. Si no les dábamos lo que querían, a los adultos nos pegarían. A los niños les metían en los carros. A punto estuvieron de llevarme a mí también, pero en un momento de locura, salí corriendo. El soldado ese fue lo suficiente idiota como para seguirme sin el caballo, y aproveché para correr más rápido. Antes de internarme en el bosque, oí gritos y noté el olor a quemado. Estaban quemando mi aldea. Mi vida. Rompo a llorar de rabia por haberme ido. Sé que a los niños se los han llevado, pero, ¿y el resto? Ya intuimos que pretendían quemar nuestra aldea cuando vimos todos aquellos materiales que prenden, pero, ¿Por qué? ¿No pagamos ya los impuestos cómo podemos? Apenas nos hacían caso, y ahora vienen a quemarnos. Es cierto lo que decían los caldereros y viajeros. Una guerra se avecina. Me siento muy cansada, y poco a poco, cierro los ojos.
Cuando los abro, me siento desorientada. Estoy otra vez en casa. ¿Ha sido un sueño? Parecía muy real. Me dispongo a desayunar unos pedazos de pan y queso cuando abren la puerta de golpe.  Son los mismos soldados de mi sueño. Me sacan de mi hogar y me ponen en la plaza junto con el resto de mis vecinos. La pesadilla se ha hecho realidad. No me lo puedo creer. Ni que me hubiera quedado atrapada en un bucle de recuerdos. De repente, me desmayo.

Cuando abro los ojos, estoy en el bosque. Ya ha amanecido, y la luz del sol se cuela entre las ramas de los árboles. No ha sido un sueño. Ha sido una pesadilla.

-Chica de Ravenclaw-

1 comentario: