martes, 18 de octubre de 2016

Dominante

El olvido es el no recuerdo. El no saber. El olvido lo es todo y nada a la vez. Así que suponed que queréis olvidar un hecho, cualquier cosa. No estoy segura de que sea buena idea. ¿De verdad queréis no saber aquello que habéis aprendido? Ya sea bueno o malo, no es una buena idea.
Vamos a hacer un juego. Pensad un momento el cual queréis "olvidar". Sí, sí. Ese momento. Ahora decidme ¿seguro que queréis dejar de saberlo? Yo creo que no.
Yo también tengo momentos que creía querer olvidar. Momentos que creía preferir no saber, no recordar. Pero curiosamente, me he dado cuenta de que son más útiles de lo que pensaba inicialmente.
¿Tenéis ya ese momento? Perfecto. Comeos una onza de chocolate. O dad un abrazo a alguien. Muy bien, acabáis de crear dos recuerdos increíbles. Si no hubierais tenido el mal pensamiento en mente, estos momentos no serían tan especiales.
Somos esclavos de nuestra mente. Somos sumisos de aquellos recuerdos que nos causan malestar.
Y no debemos serlo. Debemos dominar nuestra mente, aunque en la mayoría de los casos es difícil. Estamos inmersos en una relación sería, sin derecho a divorcio, con nuestra mente. Y ella es la parte dominante. Ella nos obliga a hacer cosas que realmente no queremos, cosas que sabemos que están mal. Miradlo de otra manera. Todos queremos una relación sana con nuestra pareja, cada uno su espacio, poder hablar con otras personas sin perder a la que amamos. Y si no funciona, cortar, acabar la relación. Nuestra mente no nos permite eso. Decide que debemos ser obedientes y no causar desperfectos. ¿Conectar con otra mente? Nunca. Entonces llegaríamos a creer que podemos cambiar nuestra mente.
Genial, acabo de enredaros en mi trampa. Con este pequeño texto, ya sabéis que existe ese cambio. Vuestra mente ha perdido. Divorciaos de vuestra mente. Los recuerdos malos no se deben olvidar, son los que te hacen fuerte. Una mala experiencia debe ser compartida con otra mente, o te pinchará por dentro hasta que tu pequeño y latiente globo se desinfle. Los malos pensamientos nos ayudan, pero no todos son creados para pensarlos uno solo. Muchas veces se necesita ayuda externa para que esos malos recuerdos pasen de ser tóxicos a ser trucos de felicidad. No os estoy diciendo que cada vez que estéis tristes os subáis al tejado y gritéis vuestro problema. Explicádselo a una persona distinta cada vez. O la misma. O a vuestro perro. O escribidlo, ya sea publicándolo o simplemente guardándolo. Os habréis desahogado, y será más fácil hacer el cambio bueno-malo.

Sé que no es mucho, pero necesitaba mostraros que no todo lo que os pasa es malo. No podéis creer que vuestra vida es una mierda por una serie de pensamientos. Puedes pasar por una mala racha, y si eres esclavo de tu mente, esos desastrosos momentos camuflaran a los buenos para que no puedas verlos. Te creerás desgraciado aunque no lo seas por el simple hecho de que no eres capaz de ver todo lo que te pasa. Cuando puedas convertir tus malas vibraciones, serás capaz de ver los buenos y los malos momentos. Y los positivos parecerán incluso mejores de lo que realmente lo son, créeme.

NIIA